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Vanessa Pedrosa, coordinadora de Medios de EDUCO, habla en este artículo sobre la educación durante las emergencias humanitarias con motivo del Día Internacional de la Educación.
Cuando estalla una guerra, cuando la sequía obliga a todo un pueblo a emigrar en busca de comida, o cuando inundaciones como las causadas por la dana en España arrasan con todo, la realidad de las poblaciones da un vuelco totalmente inesperado. Ya nada es como era antes de esa emergencia. Y tanto Educo como el resto de ONG miembros del Comité de Emergencia Español trabajamos con las poblaciones afectadas por crisis humanitarias, desde Ucrania hasta Gaza, pasando por Siria, Malí, Burkina Faso, Bangladesh o Filipinas, entre otras. Además de actuar en el primer momento facilitando materiales de primera necesidad – mantas, comida, agua potable, jabón… – todas seguimos trabajando cuando el foco mediático ya no está presente en la emergencia, pero las necesidades de la población continúan.
La educación es un derecho
Desde Educo, uno de los focos más importantes es poder asegurar el derecho a la educación de la infancia. Por ello, con motivo del Día Internacional de la Educación que se celebra el 24 de enero, creemos que es importante recordar qué significa poder seguir estudiando para los millones de niños y niñas que viven inmersos en situaciones de crisis, muchos de ellos y ellas desde que nacieron.
Ir a la escuela es una de las primeras cosas que se dejan de hacer cuando ocurre una catástrofe y de las últimas que se retoman cuando la situación se está estabilizando. En el mundo, 224 millones de niños y niñas en edad escolar ven afectada su educación por culpa de las emergencias. De ellos, unos 72 millones no están escolarizados. La educación es un derecho. Eso quiere decir que sean cuales sean las circunstancias, los niños y niñas deben tener la oportunidad de aprender. También en los conflictos o en los desastres provocados por el cambio climático.
La escuela es más que un lugar donde aprender
Cuando se produce una crisis, si no retoman las clases cuanto antes, lo más probable es que los niños y niñas dejen de estudiar definitivamente. Ir a la escuela es clave para su formación, pero también para el futuro de la sociedad. No solo eso. Estar rodeados de amigos y amigas les ayuda a mitigar el impacto psicosocial de la situación que están viviendo y les permite compartir sus emociones. Además, la escuela puede ser el único lugar donde se les asegure la alimentación y el acceso a agua potable. Asimismo, en el centro educativo están protegidos y tienen menos probabilidades de que se les obligue a trabajar, de ser víctimas de trata, de que los recluten para ser soldados, de ser obligadas a casarse o de otros muchos tipos de violencia.
Por todo ello, desde Educo seguiremos trabajando para que la educación sea una prioridad, incluso una urgencia en los momentos más difíciles. Porque sabemos que cura y protege, porque es un derecho y porque será una de las claves para que los niños y niñas que sufren las crisis humanitarias puedan salir del círculo de la pobreza en el que están.
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