Hambre extrema por falta de agua

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DÍA MUNDIAL DEL AGUA: MÁS ALLÁ DE LA ESTADÍSTICA

Por María José Agejas, Comunicación de Oxfam Intermón

“En el pasado sabíamos cuando plantar y cuándo cosechar, pero todo eso ha cambiado. Ahora la lluvia llega tarde o no llega. El año pasado, perdí mi cosecha y a todos mis animales”. Es la voz de un agricultor que nos llega desde Baidoa, el epicentro del hambre en Somalia. En ese país, una cuarta parte de la población está en niveles de hambre considerados de emergencia. 

El este y el sur de África están llenos de historias similares: pastores nómadas que a pesar de recorrer regiones enteras han visto cómo sus camellos o sus cabras morían de deshidratación, uno a uno. Agricultoras que han visto agostarse plantas que apenas habían alcanzado a brotar porque las lluvias se han negado a acudir a citas con las que habían cumplido durante siglos. 

Hambre extrema por falta de agua

Desde Oxfam Intermón destacamos siempre que la crisis climática no es una mera estadística y que hay personas (millones de personas, de hecho) cuyas vidas están siendo destruidas, mientras quienes principalmente contribuyen a esta injusticia, que son los mil millonarios y las grandes empresas de combustibles fósiles, continúan lucrándose. 

Los datos asustan. ¿Sabías que el hambre extrema ha aumentado en un 80% en tan solo cinco años en los países que más sufren la escasez de agua? Etiopía, Kenia, Malaui, Mozambique, Somalia, Sudán del Sur, Zambia y Zimbabue no salen mucho en las noticias, pero arrastran un sufrimiento que debería de movilizar un poco más a la opinión pública mundial. 

El nexo entre la falta de agua y la inseguridad alimentaria es sólido: sequías, ciclones o inundaciones afectan a la producción agrícola, a la salud del ganado y a la pesca, y como consecuencia a familias que se dedican a esas actividades. Y en las familias, como siempre, mujeres y niñas las más perjudicadas: ellas van a buscar agua por tradición y deben viajar para ello cada vez más lejos, ellas dejan la escuela antes que ellos en situaciones de emergencia, ellas se quitan el poco pan disponible de la boca para dárselo a otras personas de la familia. 

En un cóctel mortal, para provocar esta situación se suman varios ingredientes: el cambio climático y la pobreza, pero también una profunda desigualdad y una falta de inversión crónica en infraestructuras de agua o una mala gestión de las mismas. 

Conflictos que destruyen las infraestructuras de agua

Y luego están los conflictos: en Gaza, más del 80% de las infraestructuras de agua y saneamiento han sido total o parcialmente destruidas, incluyendo las seis principales plantas de tratamiento de aguas residuales. En la República Democrática del Congo (RDC), el reciente rebrote de la violencia ha traído otro rebrote: el del cólera y la viruela del mono o Mpox. El país carece de hospitales funcionales.  “Esto se está convirtiendo en una catástrofe humanitaria descomunal. La gente bebe agua directamente de ríos y manantiales contaminados porque los tanques de agua y las instalaciones sanitarias han sido destruidos. Si a esto le sumamos un sistema de salud colapsado, el cólera se propaga rápidamente”, explica Manenji Mangundu, director de Oxfam en RDC.

Falta de financiación

Para consumar el desatino tenemos el desmantelamiento de la agencia de cooperación estadounidense, USAid, de la que dependían muchos de los programas humanitarios, es decir, de los que proveen ayuda a personas cuyas vidas están en riesgo, como es el caso del Congo. Muchos hospitales, por ejemplo, dependían enteramente de esa financiación, y ahora como única solución para seguir funcionando están pidiendo dinero a los pacientes para poder atenderlos. Pero los pacientes no tienen ni para comer, mucho menos para pagar su atención sanitaria. 

¿El desastre está servido? Las organizaciones que formamos el Comité de Emergencia pensamos que no. Ayuda para emergencias, inversión en infraestructuras de agua y saneamiento, reducción de emisiones, financiación climática para que los países más pobres -y menos contaminantes- se defiendan de lo que tienen encima, políticas de prevención y reducción de desastres… Son muchas las tareas pendientes pero todas son posibles.

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